Todo el mundo habla, todo el mundo opina y todo el mundo tiene algo que decir al respecto de lo que uno quizá resumiría con una mirada al infinito acompañada de un ¡ohh! suspirado y de un sí, las más de las veces, o un no, las menos, acabado.
En la azotea, a pesar de sus discrepancias exteriorizadas en vestimenta y composiciones, todos coinciden en expresar rítmicamente, Ohh, sí, que tienen un sentimiento, algo que les mantiene en pie y que, como a cualquiera, les tiene reafirmando el sí como manera de despejar las dudas que acaban conduciendo a deshojar la margarita en un íntimo deseo de que no acabe en Ohh, no. Y mientras arriba, visceral, se canta y toca al sentimiento, abajo, mundanal, se habla y se comenta sobre el sentido del momento.
Tengo un sentimiento que me mantiene en pie. Oh sí, oh sí. Tengo un sentimiento y creo que todos lo saben. Oh sí, oh sí. Oh sí, oh sí. Tengo un sentimiento.
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