A unos le alcanza en silencio, abrazados, con lágrimas en los ojos, abiertos o cerrados.


Otros lo viven, ligeramente distanciados, intercambiando breves diálogos, alguno de ellos interrogados, como si necesitaran ser validados.


Y hay quienes, desmelenados al viento que pasaba, dejaron constancia como bien sabían, entonando sus sentimientos desde la azotea de la tentadora manzana, ante todos los que en persona desde las azoteas propia y vecinas lo observaron, de cuantos a pie de calle lo oyeron, de quienes tras las ventanas cerradas lo intuyeron, de los que desde "Let It Be" en la sala de cine lo vieron y de quienes desde la pantalla del ordenador personal lo están siguiendo; todos testigos de que, ohh, sí, cabreados por la inevitable ingerencia del orden establecido, acaban reiterando con buen ritmo, y restituidos los amplificadores apagados por la "mano negra", el deseo de que Jojo vuelva a donde en su día estuvo y también, cómo no, a la azotea nuevamente. Previo a desenchufar, todo, pasado, presente y futuro, se resume en un ¡Vuelve!.
Al final la lógica se impone a todo.
Y quienes pisaron la azotea unos días...

siguen paseando por las calles su fantasía.

Vuelve, Jo-Jo,...

vuelve a donde estuviste en su día.

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