sábado, 1 de septiembre de 2007

Alberto Jiménez es David

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Desde que el guionista se puso al teclado David tenía que ser Alberto Jiménez y, al fin, Alberto Jiménez, por suerte, ha querido ser David.

David es veterinario, es decir, hoy en día una figura heroica. Y como Alberto Jiménez no puede evitar arrastrar un halo más bien mítico, resulta que David se ha beneficiado de ello y se ha convertido en algo muy parecido al arquetipo del héroe romántico atractivo para las mujeres porque algo hay en él de extraño, de misterioso, de magnético y de imposible. Un hombre de pasado un punto desconocido, con dificultades para consolidar una relación amorosa y que a pesar de su vocación de solitario no puede vivir sin una mujer a su lado. Dicen de él –de David, no de Alberto Jiménez- que ha salido con muchas mujeres, que liga mucho, que “domina” mucho. Lo dice precisamente Julia, contándoselo a su amigo Aparisi.

Aparisi y David podrían ser amigos, pero de por medio está Julia. David comprende muy bien a ese patito feo de Aparisi, porque dice haber atravesado la fase de no ser correspondido en el amor. Pero el joven al adulto le entiende bastante menos. Le pilla en sus contradicciones ¿le gusta su sobrina? ¿no es cierto que le complace hacerse “el gallito” delante de ella? Sí, David tiene sus contradicciones y nadie mejor que Alberto Jiménez las ha sabido integrar en un personaje coherente que es, a la vez, sabio e ignorante, seguro e inseguro, valeroso y temeroso, cálido y distante, amigo y rival. Con admirable sobriedad en el matiz. Y con ese halo mítico como de ángel, de demonio, de extraterrestre, de especial, que persigue a Alberto Jiménez por ser como es, y que hemos podido ver tanto en el padre tatuador de “El bola”, de Achero Mañas, como en el astronauta suicida de “Nada es casual 3”, la obra de teatro que él mismo ha dirigido junto a Rosa Manteiga.

Alberto Jiménez tiene intuiciones sobre sus personajes que deberían ser de obligada escucha y cumplimiento para el director con el que trabaje. Porque acierta siempre. Siempre. Probablemente, por eso Alberto ha trabajado con una nómina de directores que impone: Pablo Llorca, Gerardo Herrero, Gonzalo Suárez, José Luis Gómez, Imanol Uribe, Alejandro Amenábar, Gerardo Vera… Esta vez ha trabajado con un montón de gatos y con un equipo de actores y técnicos que se han convertido en sus amigos.

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