
Hay quien distingue el plástico del efectivo, el embrague del freno, la recta de la curva... pero todo eso es ahí abajo. Aquí arriba no es distinto pero sí diferente: aunque no haya cajeros se mueve dinero, no circulan coches pero hay circulación y el recorrido entre dos puntos suele ser sinuoso.
Hay quien ve imágenes y se duerme, hay quien oye diálogos y no les encuentra asidero, hay quien ante escenas de marginalidad cotidiana no ve progresión de acción ni consistencia de actuación y hay quien situado ante una azotea alega necesitar un pellizco para creérselo.

Para mejor entender, además de hablar y querer, hay que disponer, con independencia de si crítico o artista, de otro punto de vista. La comprensión mejora cuando se observa con otra mirada.
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