sábado, 18 de octubre de 2008

Belén Fabra y Sara

El protagonista de “El hombre que amaba las mujeres” (1977) de François Truffaut pasea por la calle mientras mira fascinado a las chicas que se cruzan con él y se pregunta, con angustia: “¿Qué tendrán esas mujeres? ¿Por qué me gustan tanto?”. Y acaba por responderse con una frase para la reflexión: “Porque son… desconocidas”.

Ese es uno de los encantos de Sara, la atractiva novia de David el veterinario, la temible rival de la joven Julia. Sara no solo es guapa sino que es… desconocida. El tipo de mujer que un hombre ve pasar por la calle e imagina cómo sería una vida entera a su lado. Y el hombre envidia esa vida no vivida y recuerda a la mujer hasta su último suspiro.

¿Pero cómo es nuestra Sara? ¿La llegaremos a conocer? ¿Es sólo una mujer perfecta, como se imagina uno que podría ser una desconocida? ¿Perfecta, peligrosa, símbolo de la aventura, del viaje, del verdadero amor...? De Sara sabemos pocas cosas: trabaja en la consulta veterinaria, ha estudiado psicología y quiere a David. Lo que no sabemos, lo que Julia no sabe son los detalles de esa temperatura amorosa: ¿quiere David a Sara? ¿están en crisis? ¿van a separarse? ¿se están reconciliando? ¿tiene ella –Julia- alguna opción ante ese David en probable crisis con Sara?. Sí, de Sara sabemos pocas cosas y Belén Fabra la interpreta como si lo supiera todo sobre ella.

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No debiéramos descubrir otro secreto, que atenta a su natural glamour, pero ¿por qué ocultarlo?. Muy pocos lo saben, Belén Fabra es también, y contra todo pronóstico, una magnífica actriz cómica.

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