martes, 9 de diciembre de 2008

El lenguaje clásico, la victoria sobre la muerte... y el gato

Dicen que en su lecho de muerte, Edison quiso aclarar que de todos sus inventos su predilecto era el fonógrafo. Parece ser que, entre los inventores del siglo XIX, siempre se había considerado una absoluta quimera la grabación de la voz. Retener imágenes es algo que podía hacer cualquier pintor, o desde hacía algún tiempo los fotógrafos, pero la voz, tan etérea, que existe y acto seguido desaparece para siempre... ¿Cómo captar eso?. ¿No es propiedad tan solo del recuerdo?. Quien pudiera grabar la voz conseguiría volver a oír a sus seres queridos, incluso después de que hubieran muerto. Edison, como hombre de negocios, tenía en la cabeza algo más que eso, un espectáculo de voces con cantantes ya fallecidos. Nada que hoy nos pueda sorprender demasiado pero que hace poco más de cien años sonaba a imposible.

El cine, imagen y sonido registrados y reproducibles, nace entre otras muchas cosas con ese espíritu: retener para siempre el instante feliz, la persona querida. El cine amateur o doméstico se alimenta sobre todo de este motivo: volver a ver y a oír a los que ya se han ido. O a esos que fuimos y ya no somos.

El cine es un paso más en una lucha imposible: la que nos enfrenta a la muerte.

Hay una razón más para afianzar este punto de vista: los códigos de la inteligencia de la especie nos ordenan cuestiones muy concretas (no matar, no robar, formar una familia, obedecer al padre...) con la finalidad específica de sobrevivir. La supervivencia es el objetivo principal del ser humano. Y todos los códigos oficiales de todas las culturas van en esta dirección. Y los “subcódigos” de cada cultura se alimentan del código principal. Toda la ramificación se alimenta del tronco. Por ejemplo, el lenguaje clásico del cine, que toca guión, dirección y montaje.

Por lo que se refiere a guión, hablamos del modelo clásico, el oficial, que es a la vez el mayoritario y de mayor rendimiento industrial, no tanto de las numerosas opciones de guiones alternativos, que pueden ir en direcciones distintas e incluso opuestas.

¿Qué nos pide el guión de modelo clásico?. Un héroe que se marque un objetivo, que luche por él con todas sus fuerzas y que finalmente triunfe para que el espectador se identifique con él y crea que también él puede ganar. Es decir, el modelo pide un héroe que tenga iniciativa para saber qué es lo que quiere conseguir y constancia para vencer obstáculos, muchos de ellos aparentemente infranqueables. Iniciativa, constancia y un tercer elemento. El modelo clásico de guión pide la transformación del personaje. Que ese protagonista evolucione, cambie a mejor. (Es posible cambiar a peor, desde luego, pero ahí ya nos vamos apartando del modelo clásico y por tanto de lo que pide la inteligencia “oficial” de la especie).

Una de las biografías más repetidas en el audiovisual trata de un héroe que tiene una iniciativa de enorme importancia, cambiar la sociedad, y una constancia a prueba de numerosos obstáculos y enemigos, que le lleva a darlo todo por ese objetivo: su propia vida. Y que, al final, triunfa con un acto supremo de transformación. Nos referimos a la vida de Jesucristo.

Real o ficticia, la historia es una sublimación del modelo clásico en tres actos: desde el inicio sobrenatural con el ángel anunciador, pasando por la treyactoria repleta de milagros, como el de caminar sobre las aguas, multiplicar la comida o devolver a la vida a un amigo muerto, hasta el final mágico con la propia resurrección. Es la historia de un mago transformador, un líder que busca un equipo de gente para que le ayude a conseguir sus propósitos, que vive episodios de gloria pero se enfrenta al poder establecido, es traicionado, cruelmente torturado y ejecutado. ¿Una tragedia?. No, al final el personaje renace y triunfa sobre la muerte.

He ahí lo esencial: la victoria sobre la muerte. Una de las historias más influyentes de nuestra cultura, que pretende ser ejemplar, termina con una resurrección.

Lo que sugiere, también, en última instancia el guión clásico con esa necesidad de transformación es exactamente eso: una resurrección, el triunfo sobre la muerte del yo anterior, que se ha desgastado en la lucha, para que nazca un hombre nuevo mejor.

No pretendemos establecer ni que el modelo clásico haya sido influenciado por la historia de Jesucristo ni que la historia de Jesucristo haya sido influida por el modelo clásico. Estos dos ejemplos, el modelo clásico de guión y la vida de Jesús, son hijas de algo mucho más antiguo: los códigos principales de la inteligencia de la especie, que le dicen al hombre "márcate un objetivo, lucha por él, consíguelo, transfórmate... triunfa sobre la muerte".

Puedes hacerlo.

Triunfa todas las veces que haga falta.

Sé... como un gato.



Nota de Tasio: Sí, sé como el gato y triunfa sobre la muerte al menos siete veces. No es casualidad que el gato tenga acreditado el número que la banca se reserva para sí en el juego de dados. Si vivir es convivir con el azar, juega con ventaja, sé como el gato.

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